Bienvenido a la Comunidad "Senderos de Oriente" de Editorial Kier

Le damos la bienvenida a la Comunidad Senderos de Oriente KIER. Dicen los antiguos rituales que “…Así como desde Oriente se levanta el Sol para iluminar el mundo, desde allí también se ha esparcido su sabiduría para beneficio de todos los hombres…” En este sitio encontrará comentarios e información sobre las obras más importantes, publicadas por Editorial KIER, sobre la Antigua Sabiduría de la India, China, Tibet, Japón… el horizonte espiritual desde el que se extiende la Luz que alumbra al mundo.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

A los pies del Maestro


En el campo de la espiritualidad hay fenómenos que se manifiestan cíclicamente, como si nos recordaran que la llama de nuestro espíritu inmortal está allí, esperando que alguien la despierte de su letargo. Fueron muchas las almas que se sacudieron cuando, en 1911, apareció la primera edición en inglés de A los pies del Maestro, firmada bajo el seudónimo de Alcyone, detrás del cual se perfilaba uno de los grandes filósofos del siglo XX: Jiddu Krishnamurty (1895-1986). 

No tardaría en aparecer la versión española de Editorial Kier, que se convirtió en la herramienta más eficaz para difundir esta obra en Hispanoamérica, que hoy sigue siendo un clásico de la literatura oriental, particularmente de las corrientes teosóficas.



Como ocurre con los grandes legados del orientalismo, se trata de una obra pequeña en tamaño y enorme en su impacto sobre la mente y el corazón. De algún modo conforma una trilogía que la une espiritualmente a otras dos obras maravillosas que ya hemos comentado. Nos referimos a Luz en el Sendero, de Mabel Collins y a La voz del Silencio, de Helena P. Blavatsky. Quien se ha asomado alguna vez al fascinante mundo de la filosofía oriental no ha podido permanecer ajeno al mensaje de estas tres obras, editadas en nuestra colección Joyas Espirituales.

A los pies del Maestro, publicada cuando Krishnamurty tenía apenas dieciséis años, lleva en su introducción la marca de una época en la que los Maestros de Oriente irrumpieron en un mundo que avanzaba rápidamente hacia el materialismo y en el que era necesario buscar aquellos dispuestos a no dejar morir la llama. De allí que el libro comience con una dedicatoria a “los que llaman”, recordándonos de algún modo el antiguo axioma que dice que a aquél que llama se le abrirá. Pero también comienza con un ruego:

¡Conducidme desde lo ilusorio a lo Real. Conducidme de las tinieblas a la Luz. Conducidme de la muerte a la Inmortalidad!

De este modo simple, el joven Krishnamurty, convertido en vehículo de su Maestro, plateaba tres grandes dilemas del alma humana, y ponía un marco al que sería su búsqueda permanente. ¿Qué es lo Real? ¿Cómo discernir lo real de lo ilusorio? ¿Cómo apartarnos de las tinieblas y alcanzar la Luz? ¿Cómo comprender la fragilidad de la vida pero, a su vez, descubrir nuestro ser inmortal, nuestra esencia divina? Este triple desafío está contenido en el puñado de hojas que nos regala el autor de A los pies del Maestro.

Otra de las características que colocan a la obra en la cumbre de la literatura teosófica es la generosidad de la propuesta. El autor sabe que coloca al lector ante el mayor desafío de su vida: Buscar lo Real, la Luz y la Inmortalidad. Inmediatamente le propone una guía segura, precisa, plena de amor, pero también de rigor. Krishnamurty advierte que no basta escuchar al Maestro, sino que debe practicarse lo que él aconseja. Dice que debemos prestar atención a cada palabra, a cada insinuación.

Como depositario de una tradición que debe transmitir, propone cuatro premisas sobre las que habrá que meditar, escuchar y luego guardar en el corazón: Discernimiento, Carencia de  Deseos, Buena Conducta y Amor.

Estas cuatro cualidades atraviesan toda la cultura de Oriente y están en la base del hinduismo en el que nace Krishnamurty, en el seno de una familia de brahamines, pero también se encuentran en el budismo. El problema del discernimiento es un aspecto fundamental de la cultura de Oriente, y es por allí donde Krishnamurty nos hace entrar en el laberinto de nosotros mismos, planteándonos la cuestión fundamental del deseo, que nos impide vivir la plenitud de la libertad espiritual; hablándonos de la conducta y del amor  en armonía con el mensaje de todos los grandes Maestros de la Humanidad.

Muchos se han preguntado a qué Maestro hace referencia Krishnamurty. Definitivamente no lo sabemos, pero tampoco resulta relevante. Sin embargo, es evidente que en el texto se perciben los temas esenciales de su vida, y de su propia búsqueda que se prolongó hasta su muerte, ocurrida en 1986, cuando su mensaje ya había llegado a todo el mundo.

Como una llave maestra que abre la puerta a un horizonte luminoso, este libro nos conduce a la plenitud del amor, entendido como la búsqueda del sentido de la experiencia humana. Es un libro que susurra, que parece hablar a alguien que espera adentro nuestro. Por esa razón, y por muchas otras que el lector encontrará en sus páginas, se torna imprescindible, como una mano amiga a la que siempre encontramos, dispuesta a conducirnos de las tinieblas a la Luz.

lunes, 22 de octubre de 2012

El Libro Egipcio de los Muertos


El Papiro de Ani es uno de los documentos más subyugantes del antiguo Egipto y la versión más acabada del denominado Libro Egipcio de los Muertos. Su traducción se debe a la pluma de Ernest Wallis Budge, egiptólogo, orientalista y filólogo inglés que sentó las bases de la egiptología e inspiró a una pléyade de estudiosos que continuaron su obra. La edición de Editorial Kier de El Libro Egipcio de los Muertos –traducida al español por Héctor Morel- es de carácter imprescindible para todo aquél que se dispone a estudiar el mundo misterioso de la religión egipcia y una fuente de consulta obligatoria si se pretende comprender en profundidad el sentido que los egipcios le otorgaban a la vida de ultratumba.


Para comprender la importancia de esta obra es necesario subrayar que, si bien suele darse el título de Libro de los Muertos a las ediciones confeccionadas durante la dinastía XVIII y siguientes, Wallis Budge remonta la costumbre de los sepelios rituales de los difuntos al año 4500 A.C. Esta práctica se prolongó hasta los primeros siglos de la era cristiana y alcanzó su apogeo en la época en que este manuscrito fue escrito para Ani, un importante personaje que es descripto como el “Escriba real de Tebas, supervisor de los señores de los graneros de Abydos, y Escriba de las Ofrendas de los señores tebanos”. Wallis Budge encontró este manuscrito en una tumba cercana a la ciudad de Luxor y se le atribuye una antigüedad que lo remonta al año 1500 A.C.
Para los egipcios, tal vez como para ningún otro pueblo, la muerte y la vida no eran más que dos caras de la misma moneda. Ellos creían que había una sola Vida que se deslizaba sobre sus dos pies, la vida y la muerte, en un ciclo que se repetía hasta que el alma del difunto se fundiera con el Espíritu Solar. Resulta inconcebible para nuestra mentalidad moderna, que los egipcios ahorrasen durante toda su vida para pagar una buena momificación, a la que consideraban como un paso al más allá que aseguraba su supervivencia en el Amenty, la morada de los bienaventurados en el reino de Osiris. De allí que El Libro Egipcio de los Muertos fuese de la mayor importancia y que éste se haya perfeccionado a través de los milenios hasta alcanzar la complejidad y belleza que encontramos en el Papiro de Ani.
La obra de Wallis Budge se destaca por varios aspectos. El primero de ellos porque recorre la evolución del Libro Egipcio de los Muertos desde la protohistoria egipcia hasta su apogeo. Luego, porque el Papiro de Ani proviene del centro espiritual más misterioso del antiguo Egipto ubicado en el eje sagrado Tebas-Luxor, y por último porque el libro no se limita a la descripción del papiro hallado por el propio autor sino que conforma un ensayo completo en el que se aborda la temática en toda su extensión.
La introducción es un verdadero manual de egiptología que enseña acerca de la leyenda de Osiris, de la naturaleza de la vida de ultratumba, del concepto egipcio de Dios, de las moradas de los bienaventurados, de las técnicas de momificación que, según la tradición, se remontaban al propio Anubis, y todo esto acompañado de una descripción acabada de la geografía sagrada y la mitología egipcia.
Pero Wallis Budge también nos ofrece una visión general del idioma jeroglífico que, partiendo de los trabajos iniciados por Champollión y ampliados por Gastón Máspero, logra reconstruir la fonética de la versión del Papiro de Ani. Quizás el valor más sorprendente de esta edición es la transcripción del documento completo y su traducción total al español, en un contexto general tan amplio.
Ernest Wallis Budge escribió más de ciento cincuenta libros de los cuales El Libro Egipcio de los Muertos es considerado su obra cumbre. El Papiro de Ani fue reinterpretado por muchos de sus discípulos, sin embargo su obra ha quedado inmortalizada y su legado continúa hasta el presente gracias a las becas de investigación que concede la “Lady Wallis Budge Fund” para los estudiantes de egiptología de las universidades de Oxford y Cambridge.
En síntesis, uno de los pilares de la egiptología y la llave a la comprensión de la momificación y el posterior “Juicio de Osiris”, el ritual funerario más misterioso y complejo de la historia de la humanidad. 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Reencarnación. Swami Abhedananda


Sri Swami Abhedananda, autor de Reencarnaciónes uno de los autores más prolíficos de la denominada corriente vedantina difundida en Occidente por importantes brahamines entre los que se destacó, junto con Sri Swami Vivekananda y otros grandes yoguis. Vivió en una época signada por el auge del Orientalismo en Europa, que coincidió con el interés suscitado por las doctrinas de Teosofía. Fue uno de los principales dirigentes de la Vedanta Society, intelectual de gran envergadura e incansable viajero.

Swami Abhedananda

Su libro “Reencarnación” es un ensayo crítico, escrito con el objeto de plantear la alternativa de la teoría reencarnacionista -propia de las religiones de Oriente en general y de la Vedanta en particular- frente a las ideas post mortem occidentales,. De allí que, en el centro del análisis, Abhedananda establezca una confrontación entre Reencarnación y Herencia, Reencarnación y Evolución, Resurrección y Encarnación frente al análisis científico y una concepción general del concepto de “Transmigración”. El libro representa un desafío ético y ontológico, es decir, nos coloca frente al dilema de la vida después de la muerte, pero también –y principalmente- frente a una concepción particular de la denominada Constitución Oculta del Hombre, estableciendo las relaciones entre cuerpo, mente, alma y destino. Dentro de la vasta bibliografía que se ha publicado sobre el tema, este ensayo sigue siendo de una originalidad absoluta, pues a diferencia de muchas otras obras, contiene el conocimiento decantado de un alma peregrina, surgida de las entrañas mismas de la milenaria India.




Abhedananda nació el 2 de octubre 1866 con el nombre de Kaliprasad Chandra, en el norte de Calcuta. En 1884, a la edad de 18 años, cuando se disponía a terminar sus estudios, viajó a Dakshineswar y conoció a Sri Ramakrishna. Este encuentro cambiaría su vida. Decidió abandonar su casa y seguir los pasos del viejo maestro, que ya estaba enfermo. Considerado discípulo y heredero espiritual de Ramakrishna y uno de los más lúcidos entre los maestros del hinduismo, la obra de Abhedananda ha sido de gran importancia no sólo en la India sino en Europa, Estados Unidos de América y otros países de Occidente, como Canadá y México.

A la muerte de Ramakrishna, acaecida en 1886, Kaliprasad se sumergió en un profundo estado de sadhana (meditación), hasta que finalmente se convirtió en sannyasi -una suerte de monje mendicante- que lo llevó a vivir durante diez años, viajando por toda la India. Para entonces ya era conocido como Swami Abhedananda. Durante su período de asceta vivió de las limosnas que le ofrecían a su paso, como es constumbre en la India con los hombres santos. En esta etapa de su vida forjó su fama de orador enérgico, yogui consumado y escritor prolífico.

Pasada una larga temporada en el Himalaya viajó a Londres para unirse a Sri Swami Vivekananda que se encontraba empeñado en difundir la filosofía Vedanta en Europa. Posteriormente en 1897, y a pedido del propio Vivekananda, se haría cargo de la sede de la Vedanta Society, establecida en Nueva York. Regresó a la India en 1921, luego de haber viajado durante más de 25 años por distintos países. Un año después, en 1922, cruzó el Himalaya a pie para llegar al Tibet. Aquí se abre una etapa misteriosa de su vida, porque además de estudiar la filosofía budista y el lamaísmo, se cree que descubrió un antiguo manuscrito sobre los años perdidos de la vida de Jesús, interesándose profundamente por el cristianismo.

Este interés de Swami Abhedananda por las religiones –especialmente el cristianismo y el budismo- a los que debe sumarse su estancia en Inglaterra y América explican las numerosas citas eruditas de sus libros, que no se limitan a una exposición de la Reencarnación desde la concepción exclusivamente vedantina, sino que explora el problema de la transmigración de las almas en libros de la tradición judía, como el Talmud y el Zohar o en textos cristianos, específicamente en los Evangelios.

Murió el 8 de septiembre de 1939 en la sede de la escuela Vedanta, que había creado en Darjeeling. Su legado es inmenso. Su libro “Reencarnación” sigue arrojando luz sobre uno de los temas más apasionantes de la espiritualidad contemporánea.

domingo, 9 de septiembre de 2012

El Kybalión



Oh, no dejes extinguirse la llama...

Pocos libros han influido tanto en la historia de la espiritualidad moderna como El Kybalión, una obra que bajo la enigmática autoría de los “Tres Iniciados” resumió el denominado “Hermetismo” en siete principios que sentaron precedente en toda la literatura esotérica de los últimos 100 años.

Considerado un clásico de la literatura esotérica, rodeado del misterio de sus autores y asombroso por la perfección de su sistema septenario, El Kybalión sigue siendo el punto de partida para el análisis de los Grandes Misterios.



El documento, publicado a principios del siglo pasado, no se plantea como la enunciación de una filosofía o una doctrina particular, sino como una exégesis de la verdad, una herramienta de estudio mediante la cual el estudiante pueda conciliar los conocimientos de ocultismo que, a primera vista, aparecen como contradictorios y paradojales. El éxito de El Kybalión es que logra organizar toda esa masa de información reunida en torno a las denominadas Ciencias Ocultas, dividiéndolas en siete principios o axiomas a saber:

1.   Principio de Mentalismo. El Todo es mente; el universo es mental.

2.  Principio de Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. 

3.   Principio de Vibración. Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.

4.   Principio de Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

5.  Principio de Ritmo. Todo fluye y refluye; todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación.

6.   Principio de Causación. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se le da a una Ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la Ley.

7.   Principio de Género. El género existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.

Los autores atribuyen a Hermes Trismegisto, “el elegido de los dioses” -también denominado “el Tres Veces Grande- la fundación de una Escuela de Misterios en el Antiguo Egipto, a la que concurrían los sabios de Oriente y de la cuenca del Mediterráneo Oriental a instruirse en las verdades fundamentales de la Ciencia Sagrada. 

Sabemos que en Egipto y Grecia se escribieron a partir del siglo II A.C. una serie de documentos que han sido agrupados en lo que se conoce como Corpus Herméticum y que conforman la base de gran parte del pensamiento mágico surgido en Europa a partir del Renacimiento. Sabemos también que estos principios contenidos en el Corpus han inspirado la creación, en Occidente, de Escuelas Iniciáticas al estilo de las existentes en el mundo clásico y en el Antiguo Egipto.

Corpus Hermeticum, edición de 1643

En cuanto a los autores de El Kybalión, es evidente que decidieron permanecer en el anonimato, cuestión que ha producido varias teorías respecto de su identidad. La más difundida es la que atribuye el texto a tres hombres:  Paul Foster Case, Michael Whitty y William Walker Atkinson (también conocido como Yogui Ramacharaka y sobre quien hemos hablado en este mismo blog). Esta teoría ha sido sostenida principalmente por los miembros de una escuela espiritualista, la Builders of de Adytum, fundada por Paul Foster Case, pero no hay evidencias de que esto sea rigurosamente cierto. También es muy difundida la teoría que atribuye la publicación de la obra a los esfuerzos de ciertos sectores de la francmasonería norteamericana a la que probablemente pertenecían los tres autores mencionados. Sin embargo, la más cercana a la realidad es que su verdadero autor no fue otro que el prolífico William Walker Atkinson, que la escribió sin otra colaboración que su voluntad inquebrantable.

Más allá de los autores, destaca el libro la misión de aquellos hombres que a lo largo de la historia han dedicado su vida a el altar de la verdad y que conservaron ardiendo la llama de la sabiduría. Tal vez éste sea el costado más conmovedor de muchos autores contemporáneos a El Kybalión, que exhortaban a sus discípulos a permanecer en el esfuerzo de resguardar la transmisión de esta tradición hermética. Esfuerzo que encontramos claramente expuesto desde los tiempos del iluminismo.

Este compromiso se resume en una de las más bellas frases que contiene la introducción de la obra cuando se cita al poeta con las siguientes palabras:

            “Oh, no dejes extinguirse la llama. Sustentada por generación tras generación en la obscura caverna –en sus templos sagrados sustentada. Nutrida por puros sacerdotes de amor- no dejes que la llama se extinga…”

No existe un paradigma más claro en la literatura hermética del siglo XX que este mandato que continúa vigente en el siglo XXI. Porque más allá de las múltiples facetas que ha tomado la espiritualidad contemporánea, resulta difícil abstraerse de la simplicidad de este orden septenario en el cual un pequeño conjunto de leyes sigue explicando, de manera magistral, el funcionamiento del hombre en su relación con el Universo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Zen en el Arte del Tiro con Arco

Eugen Herrigel (1884-1955), autor de esta obra singular y única en la literatura Zen, que supo atraer la atención de hombres de la talla de D.T. Suzuki y Taisen Deshimaru, fue un filósofo y escritor alemán que vivió en el Japón entre 1924 y 1929.  Mientras estudiaba en la Universidad de Tohoku aprendió arquería japonesa con el maestro Awa Kenzo. Esta disciplina tradicional, al igual que el uso de la espada, lo llevó a profundizar en la filosofía Zen y a escribir, ya de regreso en Alemania, una serie de tratados sobre budismo, siendo Zen en el Arte del Tiro con Arco, el más famoso. 


¿Cómo comprender esta visión desde nuestra lente occidental? ¿Acaso es sencillo comprender la esencia de Oriente? 


Sabido es que muchos deportes japoneses, en especial las artes marciales, son más que eso. Herrigel advierte desde el principio del libro que el "tiro con arco" no significa una habilidad deportiva o un dominio primordialmente físico, sino una maestría cuyo origen ha de buscarse en ejercicios espirituales que tienen por finalidad acertar en lo espiritual. Dicho más claramente, para Herrigel aquél que practica el Arte del Tiro con Arco apunta a sí mismo y, sólo tal vez, logre acertar en sí mismo. 

De modo tal que este libro no puede considerarse una obra dedicada a alcanzar la maestría sobre el uso de un arma de guerra tradicional, sino de algo mucho más profundo. El Zen -corriente del budismo sobre la cual venimos realizando algunas aproximaciones en notas anteriores- es la disciplina que dará el marco al tirador, para que éste alcance una maestría espiritual en la que el arma y el cuerpo se vuelven agua y tierra, integrándose el uno al otro como una unidad entre el corazón y la consciencia. Desde esta perspectiva, el libro de Herrigel es una obra única, porque capta la esencia de esta filosofía de Oriente desde la visión de un filósofo alemán que ha logrado -con mucho esfuerzo- traspasar la coraza del misterioso Japón y su tradición religioso-militar. Tradición que, curiosamente, sólo sigue vigente como expresión cultural, puesto que las armas tradicionales que importan estas disciplinas ya no se usan a escala bélica.

Daisetz T. Suzuki destaca en su prólogo que uno de los factores esenciales en la práctica del tiro con arco y de otras artes marciales que se practican en Japón tiene la particularidad de no tener ninguna utilidad. Dice Suzuki que tampoco están destinadas a un goce estético sino a la consciencia que ha de relacionarse con la realidad última... Y agrega, para que no queden dudas, que:

"...El tiro con arco no se realiza tan sólo para acertar en el blanco; la espada no se blande para derrotar al adversario; el danzarín no baila únicamente con el fin de realizar movimientos rítmicos. Ante todo, se trata de armonizar lo consciente con lo inconsciente..."


Eugene Herrigel

La obra que comentamos es una muestra cabal de la capacidad integradora del Zen: El hombre debe caminar hacia una perfecta armonía con su entorno, con el mundo que habita, con los poderes de la Naturaleza, con su cuerpo y su respiración, con los movimientos de cada uno de sus miembros, con su discernimiento y su intuición. Esa totalidad es la que nos llevará hacia la armonía. Y esa es la historia que despliega Herrigel a lo largo de su obra, el camino personal que lo llevó al descubrimiento de este estado, inconcebible en nuestra vida cotidiana, salvo que logremos interpretar el mensaje del Zen. Este libro es una oportunidad para intentarlo.

Este no es, sin embargo, un libro fácil pero ¿Por qué razón debiera ser fácil el desafío de acertar en el centro de nosotros mismos? ¿No son acaso todos los laberintos el símbolo de la búsqueda de nuestro propio interior? ¿No han sido los guerreros quienes han descubierto que el arte de la guerra culminaba en la batalla espiritual que cada hombre desarrolla consigo mismo? Herrigel debió dejar atrás Alemania y viajar a Japón; aceptar esa cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad Imperial de Tohoku, porque esa era la oportunidad de entrar en relación con el budismo, sus prácticas contemplativas y su mística. Sabía que allí encontraría una tradición cuidadosamente conservada y una práctica viva del Zen, una didáctica consagrada por los siglos y maestros poseedores de una asombrosa experiencia en el arte de la dirección espiritual.

Tal vez, el logro mayor de nuestro autor haya sido el ser capaz de volcar en un libro su propia experiencia y abrirnos paso al descubrimiento de un arte consagrado por todas las culturas como el Arte Real: El conocimiento de nosotros mismo. Toda descripción es insuficiente para expresar la importancia de "Zen en el Arte del Tiro con Arco", pero si de algo estamos seguros, es que puede cambiar la dirección de su mente hacia el interior, el horizonte desconocido de nuestra propia consciencia.

Una completa biografía del autor puede encontrarse en la página de Editorial Kier.



lunes, 30 de julio de 2012

Suzuki y su manual de Introducción al Budismo Zen

Introducción al Budismo Zen
Prólogo de Carl G. Jung

Hacia el siglo V a.C., en el norte de la India, surgió un fuerte movimiento religioso que se expandió vigorosamente a partir de las enseñanzas de Shidarta Gautama, denominado el Buda. Apenas dos siglos después, con la llegada al poder del emperador Asoka, el budismo se convirtió en la religión predominante en todo el subcontinente indio. Su crecimiento no se detuvo hasta el siglo VII d.C., época en la que perdió fuerza en la India. Pero para ese entonces, los monjes budistas habían llevado el mensaje de Gautama a toda el Asia, convirtiendo al budismo en una de las grandes religiones del mundo.
Como toda religión, sufrió reformas a lo largo de la historia, siendo reinterpretado y enriquecido en distintas etapas. Una de estas corrientes, el denominado Budismo Zen, encontró su forma definitiva en China y su máxima expresión en el Japón, país desde el cual viajaban los monjes budistas al continente asiático para introducirse en las técnicas de meditación. Estos monjes japoneses adaptaron un tipo de meditación propia del budismo chino, denominada zouchan (坐禪  en chino) nacida al abrigo de las escuelas chan, palabra de la que deriva el japonés Zen. A esta meditación se la conoce como Zazen y fue adoptada en Japón por la escuela Soto japonesa. Si bien el Zen requiere un abordaje complejo, esta técnica de meditación desarrollada en Japón es una de las prácticas Zen más difundidas en Occidente, siendo Taisén Deshimaru uno de sus más renombrados maestros.


Pero su éxito en Occidente no hubiese sido tal sin la existencia del gran divulgador, el autor que haciendo honor a su nombre budista, "Daisetsu", que significa "Gran Simplicidad" logró explicar al Zen en un libro inigualable cuyo título sencillo anuncia la potencia de su contenido. Nos referimos, desde luego a Introducción al Budismo Zen, la obra maestra de Daisetsu Teitaro Suzuki (鈴木大拙 en japonés).
Nacido en Kanazawa en 1870, dedicó toda su vida a las enseñanzas del budismo Zen hasta su muerte en 1966. Vivió lo suficiente para ver su obra traducida a todas las lenguas occidentales y en 1934 tuvo la brillante idea de convertir a sus eruditas conferencias sobre Zen en una Introducción que le ha permitido, desde entonces, a millones de personas navegar en una de las experiencias filosóficas más profundas de la historia de la humanidad, pues de eso se trata este manual que, a decir del autor, pretende despertar el interés del lector para llevarlo a aguas más profundas en las que muchos han encontrado un sentido trascendente y único a sus vidas.

Daisetsu Teitaro Suzuki

La pregunta surge naturalmente en la pluma de Suzuki. ¿El Zen es un sistema filosófico, altamente intelectual y profundamente metafísico, como la mayoría de las enseñanzas budistas? A lo que responde taxativamente que NO. Que no se trata de la lógica ni del análisis sino de sus antípodas. El Zen, según Suzuki, nada tiene que enseñarnos en el sentido del análisis intelectual, por el contrario, el Zen es enteramente caótico. Pero esta afirmación, que resulta sorprendente para la estructura mental de un hombre de Occidente, se empequeñece cuando se escucha a Suzuki desafiar aún más nuestra conciencia diciendo que en el Zen no hay libros sagrados, ni doctrina, ni fórmulas simbólicas. Afirma Suzuki que ¡el Zen no enseña nada! Se impone una nueva pregunta ¿Y entonces? Entonces, dice nuestro autor, el Zen deriva de nuestra propia mente, es el maestro de nosotros mismos. Simplemente nos señala el camino.
Este dilema, que nos parece desafiante, encuentra en el libro de Suzuki las respuestas más simples, si somos capaces de volvernos el camino mismo, si somos capaces de abandonar los estereotipos en los que fuimos criados para encontrar la verdadera esencia que subyace tras el velo de la existencia. Para alcanzar esta capacidad es necesaria la adquisición de un nuevo punto de vista. Esta cuestión es abordada por Suzuki al definir el estado de Satori que describe como una introspección intuitiva en contraposición con el entendimiento intelectual. La practica del Zazen, combinada con la comprensión de los denominados Koan (pequeños diálogos o anécdotas entre maestros y discípulos que tienden a la apertura de la mente a las verdades del Zen) nos conduce al estado de Satori, reservado a aquellos que han logrado una disciplina que los coloca por encima de la dualidad de la mente.
Introducción al Budismo Zen es un texto fundamental que ha educado a generaciones de meditadores y exploradores de la conciencia. Un resumen magistral de la sabiduría de Oriente y un manual que nos puede acompañar toda una vida.


domingo, 15 de julio de 2012

Catorce Lecciones sobre Filosofía Yogui y Ocultismo Oriental

Yogui Ramacharaka. El Espíritu del Orientalismo


William Walter Atkinson


El hombre cuyo retrato se observa sobre estas líneas es uno de los precursores de aquello que hoy denominamos “La Nueva Era” y sus libros, escritos bajo diferentes seudónimos, contribuyeron al cambio profundo de la mentalidad de Occidente en el siglo XX. William Walter Atkinson, es en si mismo, una leyenda que se ha inmortalizado bajo el nombre de Yogui Ramacharaka. Sus obras, verdaderos manuales de orientalismo, siguen siendo el modelo sobre el cual se ha construido un sinnúmero de corrientes espiritualistas en la que el sincretismo entre la ontología y la cosmovisión oriental y el cristianismo, dieron nacimiento a una manera diferente de concebir la religiosidad.

Catorce Lecciones sobre Filosofía Yogui y Ocultismo Oriental es su obra más conocida, pero apenas el cimiento de un edificio que construyó a lo largo de toda su vida y que constituye, en su conjunto, una verdadera enciclopedia práctica de esa espiritualidad emergente. Esta obra es también precursora de infinidad de libros posteriores de autoayuda, pues en definitiva, más allá de un libro erudito, Catorce Lecciones es justamente eso: Un verdadero curso de autoconocimiento en el que el lector se ve llevado, suavemente, a un progresivo examen y exploración de su ser, descubriendo a poco de leer, que es capaz de vislumbrar esa concepción extraordinaria del Yo Superior, una suerte de subjetivación del alma humana que ha cambiado de manera radical a miles y miles de lectores a lo largo del tiempo.






La historia nos dice que el verdadero Yogui Ramacharaka fue un filósofo y espiritualista nacido en la India hacia fines del siglo XVIII. Su derrotero lo llevó a una extensa búsqueda, de lamasterio en lamasterio, antiguas bibliotecas y archivos en los que tanto hindúes como británicos atesoraban las obras fundamentales de la sabiduría de Oriente. Este hombre encontró su discípulo a edad madura. El joven elegido tenía apenas ocho años y era hijo de una familia de brahamines; se llamaba Baba Barata. Ramacharaca se ocupó personalmente de la instrucción del muchacho por el resto de su vida hasta que, intuyendo el final encomendó a su discípulo que se asegurara de que aquellos conocimientos no se perdieran.

A la muerte de Ramacharaka, Baba Barata ya convertido en un maestro, siguió el camino de otros grandes yoguis orientales, viniendo a América para asegurarse que aquél conocimiento se difundiese. Se cree que llegó a Chicago en 1893, casi para la misma época en la que Swami Vivekananda cautivaba a la elite intelectual americana. Baba Barata conoció a Atkinson años después, en 1900.

Ambos hombres trabaron una profunda amistad y una relación maestro-discipulo en la que Atkinson, abogado de profesión, pondría su pluma y su habilidad al servicio de las enseñanzas de Baba Barata. Convinieron que estas lecciones serían publicadas bajo el seudónimo de aquel maestro hindú de Baba Barata: Yogui Ramacharaka.

Este fue el inicio de un largo camino que llevó a Atkinson a comprometerse con esta filosofía fundando la Atkinson School of Mental Science hacia 1905. También fundaría las revistas Suggestion y New Thought y Advanced Thought en Chicago. Su carrera literaria no se detuvo hasta su muerte. Publicó bajo varios seudónimos, entre ellos Magus Incógnito y hay serios indicios de que habría sido uno de los Tres Iniciados que escribieron la actual versión de El Kybalión.

Es por ello que Atkinson permanece en vigencia, proyectando al mundo la luz de su alter ego: Yogui Ramacharaka. Sus Catorce Lecciones sobre Filosofía Yogui y Ocultismo Oriental han sido y son el método más eficaz para comprender la constitución septenaria del hombre según la filosofía hindú del mismo modo que las leyes fundamentales que rigen nuestra vida cotidiana. Se describen de manera clara cuestiones cruciales y complejas tales como la vida después de la muerte y la Ley del Karma. Pero la obra va más allá y establece los primeros pasos para un reordenamiento de la vida cotidiana, poniendo especial énfasis en la vida sana, la importancia del agua, de la respiración y de una mente entrenada en la armonía y la luz, temas que luego retomará en obras específicas que seguramente comentaremos más adelante. En síntesis, un libro imprescindible de un autor que influyó de modo profundo en nuestra visión del mundo y de nuestro lugar en él. Si no lo leyó, lo invitamos a hacerlo, pues se trata de una verdadera travesía al corazón del orientalismo.